lunes, 29 de septiembre de 2014

Reciclar, reciclar



Tercer relato finalista
Un día, Adrián iba caminando por la calle junto a su madre cuando empezó a escuchar a alguien llorar. Miró dentro de un cubo y vio que había un botella llorando.
- Hola, botella, ¿como te llamas? Y, ¿por qué lloras?
- Hola. Me llamo Botellín y lloro porque me han dejado aquí tirado en el suelo y ahora no me podré reciclar.
- Bueno, no llores, Botellín, -dijeron Adrián y su madre- nosotros te ayudaremos a llegar donde tengas que ir para que puedas reciclarte.
- ¿Sí? -dijo Botellín muy alegre- No me lo puedo creer. ¡Qué bien! Menos mal que alguien me ayuda. Pues veréis, me tenéis que llevar a un contenedor que es mi casa.
- Y, ¿cómo es ese contenedor Botellín?
- Pues es verde y redondo y allí me recogerán para poder reciclarme y poder convertirme en un bonito jarrón o un fantástico vaso.
- Bueno, pues nada, se acabaron las lamentaciones -dijo la mamá de Adrián- métete aquí en mi bolso que te acercamos.
Botellín, de un brinco, saltó al interior del bolso de la mama de Adrián y contentos pasearon por la ciudad en busca del contenedor. Cuando iban a cruzar una carretera volvieron a escuchar un lamento. Adrián tropezó con un cuaderno roto y manchado.
- ¿Por qué lloras, cuaderno?
- Hola, me llamo Libritina y lloro porque estoy aquí tirada en el suelo y no voy a poder reciclarme jamás.
- No llores, mujer. Mi mamá y yo estamos buscando un contenedor de reciclaje para nuestro amigo Botellín. Si nos dices cuál es tu contenedor te podemos llevar a ti también.
- ¡Estupendo! ¿Haríais eso por mi?
- Claro, hay que reciclar mujer.
- Pues bien, mira mi casa es azul. Allí es donde podrán recogerme para reciclarme y poder convertirme en un bonito libro o un periódico.
- Vale, pues no te preocupes. -dijo la mamá de Adrián- Ven con nosotros que te ayudaremos a llegar a tu casa.
Entonces Libretina saltó y se metió en el interior del bolso de la mamá de Adrián para llegar a los contenedores de reciclaje. Siguieron andando por la calle bien contentos de poder ayudar a sus nuevos amigos cuando Adrián volvió a tropezar con una bolsa de plástico rota.
- ¡Cachis! Casi me caigo.
- ¡Perdona , perdona! – gritó la bolsa- Sé que este no es mi sitio, pero me han tirado aquí y ahora, además de poder provocar un accidente, no voy a poder reciclarme, con lo que me gustaría poder convertirme en un bonito banco de jardín o una valla del parque.
- Y, ¿cuál es tu nombre? – preguntó Adrián.
- Mi nombre es Plasticor.
- Bueno, Plasticor, mira, llevamos a unos amigos a reciclar. Si te quieres venir con nosotros y nos indicas cómo es tu casa, podríamos llevarte a ti también.
- ¡Oh! Eso sería estupendo. Veréis, mi casa es amarilla y sé que no muy lejos de aquí. Yo os podré guiar.
Adrián se agachó a recoger a Plasticor del suelo cuando unos niños sucios que pasaban por allí empezaron a reírse de él.
- Mira ese niño, Antoñito. Le podemos llamar "el basurillas" porque va recogiendo toda la basura del suelo.
- ¡Sí! Es un basurero, ¿verdad, Pepito?
Los dos, Antoñito y Pepito se rieron de Adrián y su madre, que estaba disgustada de ver la actitud de los niños, se acerco a ellos.
- ¡Oye! No es un basurilla. Adrián está haciendo un trabajo muy importante para el planeta que es reciclar.
- ¿Reciclar? ¡Vaya tontería! Da igual que la basura esté tirada en el suelo.
- De eso nada. -Les dijo Adrián- Si todos contaminamos las calles como vosotros y nadie lleva la basura a sus contenedores, el mundo se volverá un sitio sucio, feo y que huele mal, se convertirá en un basurero enorme. ¿Tú quieres vivir en un basurero?
- Pues, no, ¡claro que no!
- Pues si no quieres que el mundo se vuelva un sitio apestoso y sucio, vas a tener que reciclar, llevar cada cosa a su lugar.
- Tienes razón. A mí no me gustaría que todo estuviese manchado y maloliente.
- Pues ayúdanos a reciclar, verás como es divertido.
Adrián, Antoñito , Pepito y la mamá de Adrián llegaron al contenedor todos juntos, y cada uno sacó del interior del bolso de su madre todos los objetos que había que reciclar. Así, Antoñito metió la bolsa de plástico al contenedor amarillo.
- ¡Gracias, chicos! - Gritaba Plasticor, mientras caía al interior.
Pepito metió a Libritina al contenedor azul.
- ¡Muchísimas gracias a todos!
Y Adrián tiró a Botellín al contenedor verde.
- Bueno, Botellín, espero que finalmente seas feliz cuando te reciclen y te conviertas en un bonito jarrón como te gustaría.
- ¡Ójala! Pero esto solo sucederá si gente como tú está dispuesta a colaborar y nos ayuda a llegar a la meta. Así que gracias a todos y espero verte dentro de poco en algún mercado cuando sea por fin un bonito florero.
- ¡Adiós, Botellín! ¡Que seas feliz!
Y tiró a Botellín al interior del contenedor verde.

José Luis Berenguer


Segundo relato finalista
Siempre me han gustado los cuentos de mi abuelo. Cuando viene a cuidarme por las tardes y me empiezo a aburrir me cuenta una historia. A veces son divertidas, otras de aventuras, y muy poquitas son de miedo, pero hoy me contó una historia triste.
Mi abuelito me dijo que hacía mucho, mucho, pero que mucho tiempo atrás, la Tierra, que es el planeta donde vivimos, tenía unos seres llamados Árboles.
- ¿Árboles? -le pregunté riéndome un poco, porque el nombre me sonó gracioso, pero él se puso muy serio y se le formaron arruguitas en la frente, como cuando la abuela cambia el canal de la tele.
- Sí, árboles. -me dijo él- Esta historia es real así que escucha con atención.
Yo, que soy muy bueno y obediente, me senté en mi silloncito rodeado de cojines y le presté mucha atención.
- Los árboles eran unos seres vivos que no hablaban. Ellos nos daban sombra para que no pasáramos calor en verano, ni nos quemara el sol, también fabricaban oxígeno para que pudiéramos respirar y vivir sanos, y sus ramas, algunos meses al año, nos daban fruta y nos la daban ¡gratis! Su color verde decoraba nuestras calles y nuestros parques. Cuando mi abuelo llevaba un ratito contándome la historia le pregunté:
- ¿Y por qué se fueron esos seres, abuelito? Y él me contestó:
- Pues se fueron porque nosotros hace mucho, mucho tiempo los cortábamos para hacer papel, quemábamos la casa donde vivían, que se llamaba bosque, para construir centros comerciales y edificios, y cuando quedaban ya muy poquitos y se dieron cuenta de que aunque nos hacían muchos regalos nosotros no los queríamos, decidieron desaparecer. Yo, cuando me dijo todo eso, me quedé con los ojos muy abiertos mirándole fijamente, ya que todos los regalos que decía mi abuelo que nos daban esos seres llamados árboles, ahora son muy caros y hay muy poco. Por ejemplo, el oxígeno lo fabrica una máquina que tenemos que llevar encima siempre y huele muy mal; la sombra no hace falta porque el sol hace ya algún tiempo, siempre está cubierto por unas nubes muy sucias y grises que nunca hacen llover, y la fruta solo la puedes comer una vez al año porque hay muy poca y dice papá que es muy cara. Los parques solo son de tierra y plantas pequeñas que pinchan y pican mucho si las tocas. Así que le dije a mi abuelito Pepesito:
- ¿Volverán algún día los árboles? Y él me contesto:
- Ellos están esperando que nosotros, los seres humanos, dejemos de ser tan egoístas y nos demos cuenta de que todo lo que nos regala la naturaleza se puede agotar y debemos demostrarle que estamos agradecidos siempre que podamos, intentando no malgastar los recursos que nos quedan, como el agua, porque si se enfada con nosotros lo que nos queda hoy también podría irse con ellos para no volver jamás.
Y a mí solo me quedó una pregunta más que hacerle a mi abuelito cuando terminó la historia tan triste que me acababa de contar:
- Abuelito, antiguamente nosotros, los seres humanos, éramos muy tontos, ¿verdad?
Y a él le dio la risa.

Alicia Izquierdo

Gota, Goti y Gotón



Primer relato finalista
Gota, Goti y Gotón son tres gotas de agua que durante miles de años habían estado congeladas formando con otras muchas amigas un gran iceberg. Un iceberg es una gran montaña de hielo que se encuentra en el Polo Norte. Pero un día, sin saber porqué las tres amigas comenzaron a soltarse.
- ¿Qué está pasando? ¡me derrito! -dijo Gota.
- ¡¡Nos derretimos todas!! – gritó Goti.
- ¡Oh no! El iceberg está desapareciendo, nos hundimos en el océano.- decía Gotón lloriqueando.
En el Polo Norte hace mucho frío, por eso el agua forma grandes montañas de hielo llamadas iceberg, pero ahora ya no hace tanto frío, por eso las montañas de hielo se derriten y se convierten en agua líquida.
-Tengo una idea- gritó Gota - no os separéis o estaremos perdidas, agarraros bien que vamos a caer al océano.
Las tres amigas se agarraron muy fuerte y al instante cayeron al océano convertidas en agua líquida. Una gran corriente las empujaba hacia el gran océano azul...
Cuando la corriente se hizo más lenta, las tres amigas bajaron al fondo del Océano. Allí encontraron a un pez muy viejecito y sabio, se acercaron a él y le preguntaron:
-Hola, ¿sabes por qué hemos llegado hasta aquí? Hace un momento éramos tres gotas congeladas en un iceberg y de repente nos hemos derretido y no sabemos porqué.
-Pequeñas, está ocurriendo algo terrible en nuestro planeta, todo está cambiando, vamos hacia la destrucción.
-¡Ahh! ¡eso no puede ser! ¿Qué es lo que está pasando?
-¡Seguidme!- dijo el pez sabio, y las llevó hacia un gran agujero - Mirar ahí abajo, ¿lo veis?
-¿Qué es eso tan grande? -preguntó Gota.
-¿Por qué esta negro? -preguntó Goti.
-¡Es un barco! Yo vi alguno cuando estábamos en el iceberg, y está negro porque lleva petróleo. El petróleo está contaminando el océano.- les explicó Gotón.
-¡Exacto! Los peces que no se han muerto se han ido a otro lugar -dijo entristecido el pez sabio.
- Eso es algo horrible, pero ¿qué tiene que ver con nuestro problema?
- ¡Mucho! - dijo el pez sabio- Vuestro problema y nuestro problema es el mismo. La culpa de todo esto la tiene el Dr. Contaminación.
-¡¡Aahh!! - gritaron las amigas- ¡El Dr. Contaminación existe! Creíamos que era un cuento para dar miedo
-¡¡Claro que existe!! y nos está haciendo mucho daño.
-¡Hay que hacer algo! Pero, ¿qué podemos hacer?
- Solo os puedo decir que, para encontrar al Dr. Contaminación, tenéis que ir arriba, subir muy alto, tanto como podáis y luego dejar que os lleve el viento.
 - Chicas, ¡ya habéis oído! Hay que subir arriba.
Las tres amigas nadaron hacia arriba, hasta llegar a la superficie. Allí comenzaron a sentir mucho calor y al poco tiempo comenzaron a elevarse...
-¡Vuelo! –gritó Gota
-¡Qué diver! - exclamó Goti
-¡Nos evaporamos! - dijo Gotón - El calor hace que nos transformemos en gas y podamos volar.
Las tres amigas, siempre juntas, comenzaron a subir hacia el cielo, llegaron a una nube donde había otras gotas descansando.
-¡Hola, chicas! ¡Bienvenidas a nuestra casa! ¿De dónde venís?
-Venimos de un iceberg del Polo Norte, no sabemos porqué nos derretimos y llegamos al océano, allí conocimos a un pez muy sabio que nos explicó que el Dr. Contaminación está destruyendo nuestro planeta y que él es el culpable de que nuestro iceberg se derritiera. Nos dijo que subiéramos todo lo que pudiéramos para encontrarlo.
-Nosotras nunca le hemos visto, pero sí vemos lo que hace y os lo podemos enseñar. Desde aquí arriba podemos verlo todo, os lo enseñaremos.
La nube se desplazó por encima del Océano y llegó al Polo Norte. Allí pudieron ver cómo las grandes montañas de hielo desaparecían como había pasado con su iceberg.
-¡Hace mucho calor! -dijo Gota- Por eso se derriten.
La nube subió muy, muy arriba, hasta llegar al fin del cielo. Al final del todo encontraron una capa muy gruesa de color azul.
-¿Qué es eso? -preguntó Goti.
- Son gases de efecto invernadero que no dejan salir el calor del sol y lo vuelven a enviar a la tierra, por eso hace tanta calor y los hielos se derriten.
-Y esos gases, ¿de dónde salen? - preguntó Gotón.
-De los laboratorios del Dr. Contaminación.
Ahora la nube bajó hacia la Tierra y llegó a las costas.
-¡Mirar! El agua ha llegado a las casas, al derretirse los hielos, ha crecido el mar y entra en la tierra.
La nube avanzó tierra adentro.
-¡Allí! Hay un laboratorio. Mirad que humo negro sale de sus chimeneas, son los gases de efecto invernadero.
Las amigas en la nube continuaron recorriendo el planeta y pudieron ver ríos contaminados, peces muertos, grandes laboratorios, campos desérticos, bosques enteros talados, bosques quemados, vertederos, nubes negras contaminadas por partículas radiactivas y un sin fin de horrores.
- Un momento. Todo esto lo hacen los hombres. Ellos son el Dr. Contaminación.- dijo Gotón.
- Pero, ¿no se dan cuenta de lo que están haciendo? - preguntó Goti
-¡¡Tenemos que avisarles!!- gritó Gota.
Entonces la nube con las tres amigas bajó al océano. Allí dijeron a las otras gotas que tenían que ir hacia la costa. Había que echar fuera toda la contaminación del agua que pudieran. Así comenzaron a llegar a la costa infinidad de trastos, líquidos contaminantes, petróleo y los pobres peces muertos. Luego viajaron al Polo Norte y hablaron con las gotas que se derretían.
- Viajad hasta la Tierra donde vive el hombre. El aumento de las aguas llegará a sus casas. Tenéis que inundar sus patios y jardines, para que se den cuenta de que el mar crece porque los polos se derriten.
Más adelante, hablaron con el viento enfurecido por el calor.
- Tú también tienes que protestar. Ve donde vive el hombre y dile lo que sientes.
El viento comenzó a girar y a girar y formó huracanes que hicieron volar los tejados de las casas de los hombres. Después reunieron a las nubes negras.
- Tenéis que dejar caer las gotas contaminadas para que vean como está el cielo.
Y comenzó a llover, pero no era lluvia limpia. Era lluvia muy contaminante, que hacía mucho daño donde caía. Los hombres corrían a esconderse en sus casas, no podían creer lo que estaba pasando. El Planeta estaba llorando, se quejaba por todo el daño que le había hecho el hombre. A los pocos días de aquel infierno, los gobiernos de los países se reunieron y tomaron una decisión muy importante. ¡¡Había que salvar el Planeta!! Comenzaron a limpiar ríos, mares y océanos, se prohibió que los laboratorios que eran fábricas emitieran gases de efecto invernadero, ya no se talarían más bosques y se plantarían árboles nuevos, había que reciclar, no se podía producir tanta basura...
Gota, Goti y Gotón estaban contentas. Los hombres se habían dado cuenta del mal que estaban haciendo y habían empezado a remediarlo.
- Ahora, nube, llévanos al Polo Norte. Creo que es hora de continuar con nuestro ciclo, es hora de que caigamos con la lluvia y volvamos a nuestro iceberg. La nube llegó al Polo Norte y allí dejó caer en forma de lluvia a las tres amigas que, agarradas por las manos, cayeron en un iceberg y al instante se congelaron.

Eva López León