lunes, 29 de septiembre de 2014

El niño del no y el agua

El niño del no y el agua

Relato ganador
Érase una vez un muchacho muy, muy desobediente al que su familia llamaba "el niño del No", porque cada vez que le ordenaban hacer algo, él hacía lo contrario. Si le decían que se levantara, él se quedaba en la cama. Si le decían que se vistiera, él se quedaba en pijama. Así una cosa tras otra y por eso su familia acabó olvidando su verdadero nombre y siempre se referían a él como "el niño del No". Se pasaba las horas viendo la televisión o delante de su ordenador y no respetaba ni a nadie ni a nada. Por ejemplo: si iba al baño, dejaba la luz encendida, y cuando le decían que la apagara él respondía: "ahora, ahora", pero no se movía del asiento. Si abría la nevera, la dejaba abierta y, cuando le decían que la cerrara, él respondía: "ahora, ahora", pero no se movía del asiento. Siempre hacía lo contrario.
Un día de esos en los que tienes la sensación de que va a ocurrir algo mágico "el niño del No" abrió el grifo del lavabo para lavarse la manos, pues las tenía pringadas de chocolate y se fue al salón a ver la tele, dejando el grifo abierto. Su madre, al oír caer el agua desde la cocina, le dijo: "¡Cierra el grifo!", y "el niño del No" respondió "ahora, ahora" y siguió viendo la tele. Su padre, al oír caer el agua desde su despacho, le dijo: "¡Cierra el grifo!", y "el niño del No" respondió: "ahora, ahora" y siguió viendo la tele. Su abuelo, al oír caer el agua desde su cuarto, le dijo: "¡Cierra el grifo!", y "el niño del No" respondió: "ahora, ahora" y siguió viendo la tele.
Al cabo de un buen rato, "el niño del No" sintió sed y gritó desde el sillón: "mamá, tráeme un vaso de agua", pero nadie respondió. Entonces gritó: "papá, tráeme un vaso de agua", pero nadie respondió. Entonces gritó: "abuelo, tráeme un vaso de agua", pero nadie respondió. Refunfuñando, se levantó para beber un vaso de agua pero, cual fue su sorpresa cuando, al abrir el grifo, no cayó ni una gota.
"¿Dónde está el agua?", se preguntó, y empezó a buscarla por todas partes. La buscó en los cajones y en los armarios, en las habitaciones y debajo de las camas, buscó en el trastero y hasta miró por la ventana por si el agua se había ido de paseo. Entonces pensó: "grifo tonto, seguro que se ha atascado", y metió uno de sus dedos en el grifo para comprobarlo. Y en aquel momento, desde el dedo que tenía dentro del grifo hasta los dedos de los pies, "el niño del No" se convirtió en una gota de agua y se coló por el desagüe.
Mientras se deslizaba por las tuberías como si bajara por un enorme tobogán "el niño del No" gritaba "¡que no sé nadar!” Y estuvo cayendo y cayendo hasta llegar a un río subterráneo. Allí se encontró con otras gotas que le miraban raro. Él decía: "¿qué miráis?", y las gotas respondían "glub, glub". Sin saber hasta dónde iba, recorrió junto a las otras gotas el camino del río subterráneo hasta llegar a una laguna, donde millones de gotas esperaban.
"¿Qué hacéis aquí?" - preguntó "el niño del no". Y las gotas respondían: "Glub, glub". Una gota que hablaba el lenguaje de los niños, se acercó y le dijo:
- "Vamos a crear electricidad".
- "¿Para qué?", preguntó el niño.
- "Para muchas cosas", respondió la gota. "Para que tengas luz en tu casa, para que los electrodomésticos, como la nevera o la lavadora funcionen... ¿Quieres ayudarnos? Ninguna gota sobra".
Y "el niño del no", para no variar, contestó: "no. Prefiero irme a mi casa a jugar con el ordenador". "Pues para eso hace falta electricidad", le explicó la gota.
De repente, una gota que parecía mandar más que las otras gotas, dio la orden y todas las gotas se prepararon para crear energía. Como si fueran una sola, se abalanzaron contra una pared, formando montañas de espuma, mientras el niño del no las observaba desde atrás. Miraba cómo trabajaban juntas, cómo sudaban la gota gorda para que él pudiera tener electricidad en su casa y recordó lo que le había dicho la gota que hablaba el idioma de los niños: "ninguna gota sobra". Y sintió por dentro algo que sólo se puede sentir en uno de esos días en que algo mágico puede ocurrir: sintió la necesidad de ayudar. Y se unió al resto de las gotas para crear energía.
Cuando hubo terminado, se coló por una cañería y regresó nuevamente al grifo de su casa y se transformó en niño nuevamente. Dio muchos besos y abrazos a sus padres y abuelo y, aunque ellos no creyeron su historia, comprobaron que algo había cambiado, porque si le pedían que pagara la luz, en lugar de decir "ahora, ahora...", decía "ahorra, ahorra..." y la apagaba corriendo, pues había comprendido la importancia de ahorrar energía y el enorme esfuerzo que suponía crearla. Y con el tiempo dejaron de llamarle "el niño del no" y recuperó su nombre.

Paco Ríos

Tarjetas solares

Tarjetas solares


Aprovecha tus lecciones de ecología para explicarle a tu hijo que hay formas de energía renovables y no contaminantes, como la solar. Para que entienda mejor el enorme poder del astro rey, podéis preparar unas originales felicitaciones de cumpleaños. Coge una cartulina de un color vivo, dóblala por la mitad y coloca sobre ella distintos objetos: flores, lazos de tela, llaves, pequeños juguetes o recortes de letras que hayas hecho previamente en papel. Ponla al sol durante todo el día. Al caer la noche, retira los objetos. Tu hijo se quedará alucinado al comprobar que la cartulina se ha desteñido por la acción de los rayos del sol sobre ella, dejando la silueta de los objetos que colocásteis.

2. El detective del agua

Deja que tu hijo descubra toda el agua que podéis ahorrar investigando los grifos y llaves de paso de toda la casa. Coloca recipientes debajo para ver cuántas gotas se pierden y que calcule cuánto se ahorraría al cabo del año si se arreglase esa avería y reparadla juntos o llamad a un fontanero. Pídele que siga investigando vuestro hogar, el colegio, la casa de los abuelos... y que prepare un completo informe.
3. Hacer compost

Prepararlo es una forma sencilla de devolver a la tierra lo que obtenemos de ella. Sólo necesitas: una caja grande, bolsas de basura, material vegetal, tierra y desechos vegetales y una pala pequeña. Coge una caja y fórrala por dentro y por fuera con bolsas de basura. Haz unos agujeros en los lados para facilitar la ventilación. Coloca tu depósito en un lugar soleado y que tu hijo vaya añadiendo los desperdicios de la cocina, materia vegetal y un poco de tierra. Removed la mezcla cada pocos días con una pala. En un par de semanas, si hace buen tiempo, tendrás un abono perfecto para tu jardín y macetas.
4. Imaginación reciclada

Los restaurantes de comida rápida suelen guardar sus platos en envases de poliestireno. Aunque muchas de ellas están reduciendo el uso de este material por cuestiones medioambientales, la mayoría de ellas siguen empleándolos. Aprovecha para darles un nuevo uso. Con ellos puedes preparar semilleros para vuestro jardín o convertirlos en una bonita maceta para una planta pequeña. Guarda en ellos sus canicas y cromos o que los use a modo de canasta en las que encestar objetos pequeños como bellotas o huesos de aceituna.
5. Una barca ecológica

También puedes usarlos para fabricar originales barquitas. Para ello necesitas, además del envase, un lápiz o palo, papel y cinta adhesiva. Puedes fabricarla de dos maneras: bien separando la parte inferior de la superior y usándolas para montar en ellas a sus juguetes favoritos; o dejándola intacta, haciendo un agujero en el centro y colocando el lápiz o palo a modo de mástil. A su alrededor, coloca un trozo de papel que habrás cortado con forma de triángulo como si fuese una vela. ¡Ya pueden organizar sus propias regatas!
6. Tarjetas solares

Aprovecha tus lecciones de ecología para explicarle a tu hijo que hay formas de energía renovables y no contaminantes, como la solar. Para que entienda mejor el enorme poder del astro rey, podéis preparar unas originales felicitaciones de cumpleaños. Coge una cartulina de un color vivo, dóblala por la mitad y coloca sobre ella distintos objetos: flores, lazos de tela, llaves, pequeños juguetes o recortes de letras que hayas hecho previamente en papel. Ponla al sol durante todo el día. Al caer la noche, retira los objetos. Tu hijo se quedará alucinado al comprobar que la cartulina se ha desteñido por la acción de los rayos del sol sobre ella, dejando la silueta de los objetos que colocásteis.
7. El inspector Reciclón

¿Dónde hay que echar los bricks de leche ya usados? ¿En qué contenedor depositamos el papel? Reciclar no siempre es fácil. En el día a día surgen muchas dudas sobre a qué contenedor hay que echar cada residuo. Enseña a tu hijo dónde va cada cosa y encárgale que sea él el responsable de vigilar que toda la familia cumple con las normas de reciclaje. No dudes en darle permiso para poneros una pequeña "multa" si cometéis alguna infracción.
8. ¡Qué asco de contaminación!

Aunque haya oído muchas veces que la contaminación es esa especie de boina negra que cubre la ciudad y que causa muchas enfermedades y agrava otras, vamos a poner en práctica un experimento "visual" para que el niño sea consciente de sus efectos. Pídele que haga un dibujo en un papel o que coloree uno que ya tenga. Coloca sobre él tapones de botellas y tapas de tarros. Deja la cartulina y los tapones al aire libre, protegidos de la lluvia y del sol, durante unos días. Cuando quite los tapones, verá que las zonas protegidas por los tapones están del color que él pintó y las otras se han teñido de un tono grisáceo.
9. ¿Qué es biodegradable?

En tus excursiones al campo enseñarás a tu hijo que puede tirar la peladura de una manzana al campo pero no la servilleta con que se ha limpiado. Para conseguir que el niño interiorice estas normas es fundamental explicarle por qué podemos tirar unas cosas y no otras, que comprenda qué es biodegradable y qué no. Y para enseñárselo vamos a hacer un juego de observación en casa.Coge dos envases vacíos de yogur, llénalos de tierra húmeda y entierra en uno un trozo de plástico y en otro una hoja que hayáis cogido en el parque. Déjalo en reposo durante dos semanas, cuidando que la tierra esté siempre húmeda. Pasado este tiempo verá que la hoja se ha descompuesto y ha servido de alimento a la tierra, mientras que el plástico sigue íntegro.
10. Érase una vez...

Las lecciones de ecología se aprende poco a poco, con constancia y esfuerzo. Aprovecha estos 6 cuentos de ecología para niños y que lea uno cada día antes de irse a la cama.

Reciclado de papel. Actividad para niños de Primaria.

Hola amig@s, hoy vamos a reciclar papel con nuestros alumnos.

Materiales
  • Agua.
  • Papel ( a poder ser de distintas texturas).
  • Una batidora casera.
  • Un barreño o recipiente de plástico.
  • Un bastidor de madera con una malla ( puede ser realizado por nosotros).
  • Unos libros u objetos de peso para usar a modo de prensa.
  • Una tela de algodón.


Procedimiento


  1. Corta el papel en trozos muy pequeños y déjalos en remojo una o dos horas, hasta que se forme una pasta. Si usas agua caliente, tarda menos en deshacerse. No olvides cambiar el agua de vez en cuando, a medida que se vaya tiñiendo con la tinta del papel. 


  • Tritura la pasta con la batidora hasta obtener una masa homogénea y viértela en el barreño. Si crees que es demasiado espesa, y no quieres que el papel obtenido parezca cartón, puedes añadir un poco de agua. 
  • Mete el bastidor en el barreño hasta que toda la malla quede cubierta por la pasta. Si quieres una capa de papel más gruesa, deja que entre más masa. 
  • Saca el bastidor y deja que el agua sobrante escurra para volcarlo con mucho cuidado sobre la tela de algodón. 


  • El papel irá secándose poco a poco. Coloca unos libros encima para que quede completamente liso. Puedes conseguir papeles de colores añadiendo al agua tintes vegetales o químicos, infusiones...