Segundo relato finalista
Siempre me han gustado los cuentos de mi abuelo. Cuando
viene a cuidarme por las tardes y me empiezo a aburrir me cuenta una historia.
A veces son divertidas, otras de aventuras, y muy poquitas son de miedo, pero
hoy me contó una historia triste.
Mi abuelito me dijo que hacía mucho, mucho, pero que mucho
tiempo atrás, la Tierra, que es el planeta donde vivimos, tenía unos seres
llamados Árboles.
- ¿Árboles? -le pregunté riéndome un poco, porque el nombre
me sonó gracioso, pero él se puso muy serio y se le formaron arruguitas en la
frente, como cuando la abuela cambia el canal de la tele.
- Sí, árboles. -me dijo él- Esta historia es real así que
escucha con atención.
Yo, que soy muy bueno y obediente, me senté en mi silloncito
rodeado de cojines y le presté mucha atención.
- Los árboles eran unos seres vivos que no hablaban. Ellos
nos daban sombra para que no pasáramos calor en verano, ni nos quemara el sol,
también fabricaban oxígeno para que pudiéramos respirar y vivir sanos, y sus
ramas, algunos meses al año, nos daban fruta y nos la daban ¡gratis! Su color
verde decoraba nuestras calles y nuestros parques. Cuando mi abuelo llevaba un
ratito contándome la historia le pregunté:
- ¿Y por qué se fueron esos seres, abuelito? Y él me
contestó:
- Pues se fueron porque nosotros hace mucho, mucho tiempo
los cortábamos para hacer papel, quemábamos la casa donde vivían, que se
llamaba bosque, para construir centros comerciales y edificios, y cuando
quedaban ya muy poquitos y se dieron cuenta de que aunque nos hacían muchos
regalos nosotros no los queríamos, decidieron desaparecer. Yo, cuando me dijo
todo eso, me quedé con los ojos muy abiertos mirándole fijamente, ya que todos
los regalos que decía mi abuelo que nos daban esos seres llamados árboles,
ahora son muy caros y hay muy poco. Por ejemplo, el oxígeno lo fabrica una
máquina que tenemos que llevar encima siempre y huele muy mal; la sombra no
hace falta porque el sol hace ya algún tiempo, siempre está cubierto por unas
nubes muy sucias y grises que nunca hacen llover, y la fruta solo la puedes
comer una vez al año porque hay muy poca y dice papá que es muy cara. Los
parques solo son de tierra y plantas pequeñas que pinchan y pican mucho si las
tocas. Así que le dije a mi abuelito Pepesito:
- ¿Volverán algún día los árboles? Y él me contesto:
- Ellos están esperando que nosotros, los seres humanos,
dejemos de ser tan egoístas y nos demos cuenta de que todo lo que nos regala la
naturaleza se puede agotar y debemos demostrarle que estamos agradecidos
siempre que podamos, intentando no malgastar los recursos que nos quedan, como
el agua, porque si se enfada con nosotros lo que nos queda hoy también podría
irse con ellos para no volver jamás.
Y a mí solo me quedó una pregunta más que hacerle a mi
abuelito cuando terminó la historia tan triste que me acababa de contar:
- Abuelito, antiguamente nosotros, los seres humanos, éramos
muy tontos, ¿verdad?
Y a él le dio la risa.
Alicia Izquierdo
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